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LA MUSICA, UNA HISTORIA SIMPLISTA

La música es la máxima expresión del alma, es la manifestación del estado de ánimo de las personas, difundiendo a través de ella las vivencias tanto individuales como sociales, reflejando lo que caracteriza a un pueblo: Su Cultura.

Desde los inicios de la humanidad, el sonar de los diferentes objetos llevaban a la musicalidad, esto obligó a su perfección e integración a los rituales primitivos.

A medida que el tiempo transcurría y las comunidades se modernizaban, los objetos perfeccionados se convirtieron en instrumentos musicales y los inquietos en su interpretación idearon las primeras partituras, con lo que la música adquiría un horizonte definido.

La historia de la humanidad se divide por períodos que enmarcan las diferentes épocas vividas en los diversos continentes, así también la música va ligada a estas etapas narrando los procesos experimentados por los pueblos.

Existen muchas tendencias musicales que recogen múltiples géneros, cada uno de ellos con sus respectivos adeptos, que son los que en últimas hacen que las mencionadas tendencias y géneros perduren a través del tiempo, es por ello que la música, como una de las mayores expresiones del arte, no se puede definir como “buena” o “mala”, simplemente “gusta” o “no gusta”, ya que no podemos atrevidamente decidir por un gran conglomerado que sigue frenéticamente tal o cual ritmo, diferente al de nuestras apetencias musicales.

Para terminar seamos un poco estrictos en nuestro comentario, concluyendo con una frase que alguien dijo en su momento: “Al que no le guste la música, sus sentimientos son sordos”.

HERMANO HECTOR ( Homenaje Póstumo )


Ya han pasado más de 15 años de haber terminado otro capítulo en la vida del “Cantante de los Cantantes”, “El Rey de la Puntualidad”, “El hombre que cuando estaba de frente, parecía que estaba de lado”, “Que respiraba debajo del agua” y “Que cuando abría la boca lo único que salía era gasolina”, HECTOR JUAN PEREZ MARTINEZ. La calle es una selva de cemento y esa fue su escuela, su universidad, ahí se deleitó leyendo las páginas inmortales del “Periódico de Ayer”, esperando con ansiedad el “Día de su Suerte”.
Falleció el 29 de Junio de 1.993 al mediodía en un Hospital de Nueva York tras soportar una penosa y prolongada enfermedad que comenzó con los problemas que le produjo la droga y el alcohol, vicios que lo sumieron en las más profundas depresiones al punto de tratar de acabar con su vida en el año de 1.988, lanzándose del noveno piso del Hotel Regency de San Juán de Puerto Rico, desde ese momento disminuyeron sus presentaciones en público, la última la hizo el 2 de Septiembre de 1.990 en Nueva Jersey, en esta se observó su cuerpo semiparalizado pero con una inigualable versatilidad en su estilo, lo que hizo delirar al auditorio esa noche.
Nació en Ponce, Puerto Rico, pero pasó la mayor parte de su vida en Nueva York y pronosticó que de ahí solo lo sacaban muerto, cumplió su palabra, falleció en pleno Manhattan en la Gran Manzana.
“Cógeme que voy sin jockey”, perece musitar desde lo profundo del infinito y a “Borinquen querida no la he de olvidar y le voy a cantar desde la otra vida” vaticinó con seguridad por lo que los boricuas pueden estar tranquilos. “El Todopoderoso es el Señor”, pregonaba con toda la intensidad de su voz, ahora Él debe estar disfrutando de todo su cantar. HECTOR te recordaremos, pero como decía Maelo “Las tumbas son para los muertos y de muerto no tengo ná”, entonces “Ni pa’lla vo’a mirá”.

BREVE RESEÑA DE LA HISTORIA DEL SON CUBANO




El son es un género que nacido en Cuba y que ha definido más que ningún otro la música afroantillana. Sus orígenes se remontan cuando menos al siglo XVIII y son una muestra fehaciente de la fusión de las culturas españolas y africanas en el Caribe. El son presenta componentes de música bantú y española, la estructura moderna del mismo surge en la Cuba oriental: Guantánamo, Baracoa, Manzanillo y Santiago de Cuba a finales del siglo XIX. Posiblemente llegó el son de Oriente a La Habana en 1909, traído por los soldados del ejército permanente.


Sin embargo, ya en la década de 1880, el "Trio Oriental" (de hecho un sexteto y anteriormente llamado El Sexteto Habanero) había llevado el género a La Habana, estableciendo la forma de las bandas de son en adelante. Con el establecimiento en la década de 1920 de la radiodifusión comercial, comenzó el auge y popularización del son, el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro (es uno de los principales representantes de esta época). El son evolucionó dando origen a otros géneros (principalmente la salsa), sin embargo es aún interpretado por agrupaciones tradicionales en Cuba.

El instrumental del conjunto original de son, se integra de bongós, maracas y claves en la parte percusiva; de un instrumento hecho de una caja de madera al cual se le añaden unos flejes llamado marímbula, que hacía las veces de bajo; de una guitarra tradicional que llena la secuencia armónica y de un tres, instrumento derivado de la guitarra, que desempeña la labor melódica y de contrapunto a las voces y que más que ningún otro ejemplifica el sonido tradicional del son cubano.
Es sobre esta base instrumental que los cantantes desarrollan las más diversas temáticas, desde canciones patrióticas y políticas, hasta temas humorísticos o románticos, que siempre sabían salpicar de un sabor muy caribeño.

El son comenzó su auge como música popular urbana, alrededor de los años 20, cuando las primeras grabaciones ayudaron a respaldar la popularidad de grupos como el Sexteto Habanero o el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro. Es a Ignacio Piñeiro que debemos, entre otros, el famoso son titulado "Échale salsita", señalado por todos como el primer ejemplo del uso de la palabra "salsa" para la música antillana, además de la inclusión del primer instrumento de aliento en el conjunto de son: una trompeta, que desempeñaba el papel de instrumento solista, o como contrapunto para el cantante.

En la década de los cuarenta, Arsenio Rodríguez, conocido como "El ciego maravilloso", expande la instrumentación tradicional al añadirle una tumbadora y otra trompeta, con lo que crea el conjunto clásico de son, que sería la base para los grupos de salsa de los sesenta, los cuales solamente intercambiaban, en algunos casos, el par de trompetas por un par de trombones. Las composiciones de Arsenio, además, se han convertido en clásicos ejecutados en múltiples versiones por los conjuntos de salsa, de todas partes del globo.

Al ampliarse la sección de trompetas se crean las sonoras y de ellas, la que sin duda, internacionalizó el son y lo hizo penetrar en todos los rincones de América fue la Sonora Matancera, decano de los conjuntos soneros y uno de los más influyentes en la primera época de la salsa, cuando grupos como el de Johnny Pacheco, interpretaban muchas de sus creaciones, casi al pie de la letra.

Mención aparte merece Beny Moré, llamado con justicia el Sonero Mayor y que aportó al son, no sólo su peculiar y único estilo de cantar, sino que además, a pesar de no tener conocimientos formales de música, forjó un estilo de ejecutar el son con una orquesta, que a pesar de contar con secciones completas de saxofones y trompetas, no perdió su agilidad y, sobre todo conservó su muy peculiar sabor cubano.

En la actualidad, el son sigue estando lleno de vida, ya que orquestas de todo el mundo lo siguen ejecutando, ya sea en su versión actualizada de salsa, o de una manera tradicional pero siempre llenando al mundo de ese sabor tan peculiar que sólo el son puede brindar.

Otros soneros también recordados más recordados son:

Bienvenido Julián Gutiérrez

Faustino Oramas

Orquesta de Aragón

Miguelito Cuní

Carlos Embale

Tito Gómez